Si un artículo cuesta 10 libras, sin incluir el IVA, y lo compras a una empresa registrada a efectos del IVA, tendrás que pagar 12 libras. Lo vendes al precio que quieras y no añades el IVA.
Supongamos que fijas el precio en 15€ y vendes 1000 artículos por 15€. Te llevas 15.000 libras, te has gastado 12.000 libras, te llevas 3.000 libras de beneficio al bolsillo y pagarás impuestos en función de tus beneficios (3.000 libras). En realidad no importa que haya habido IVA, sólo afecta al precio que pagas.
Si comercia principalmente con clientes particulares y no con empresas, no estar registrado a efectos del IVA es una buena idea, ya que al no tener que añadir el IVA puede mantener sus precios más bajos. La cosa cambia si comercia sobre todo con empresas registradas a efectos del IVA. En ese ejemplo, si los clientes particulares están dispuestos a pagar 15 libras pero no más, si estuvieras registrado a efectos del IVA, no podrías cobrar simplemente 15 libras + IVA = 18 libras, porque tus clientes dejarían de comprar. Así que tendría que cobrar 12,50 libras + IVA = 15 libras y ganaría menos dinero.
Pero si vendes a una empresa, les da igual si pagan 15 libras sin IVA o 15 + IVA = 18. Tienes que enviar el IVA a HMRC, pero puedes restar las 2.000 libras que has pagado tú, por lo que obtienes 2.000 libras más de beneficio.