Obviamente, hay muchos enfoques. Describiré lo que hacemos y por qué creemos que tiene éxito.
He visto a muchas parejas tener desacuerdos e incluso divorciarse por el dinero; parece que este es un motivo típico para pelearse y a veces pelearse mal. La realidad es que cada persona tiene sus propias preferencias en cuanto a la forma de gastar su dinero, y si no eres rico, eso provoca continuamente desacuerdos: "¿realmente necesitas otro par de zapatos?", etc.
Nuestra solución es una asignación semanal. En primer lugar, todo nuestro dinero va a un bote y se considera igual. Para muchas parejas es un paso difícil, pero yo nunca me lo pensé dos veces: confío en mi cónyuge y comparto mi vida con ella, así que ¿por qué no mi dinero?
A partir de ahí, acordamos una "asignación" que se utiliza para cubrir cualquier gasto no común; esto incluye toda la ropa, salir a cenar, comprar cosas, etc. La cantidad se eligió para que coincidiera con lo que gastamos en esas cosas de todos modos, y luego se ajustó anualmente.
La cuestión principal es que no se puede criticar en qué se gasta: puedes gastarlo todo en zapatos, o comprar libros, o vino y cena, o apostar, lo que sea. Llevamos haciendo esto desde hace 23 años y estamos muy contentos con los resultados; ya no tenemos "peleas" financieras.
Las desventajas son el esfuerzo: hay que hacer un seguimiento de alguna manera. O bien usas una tarjeta de crédito aparte, o lo entregas en efectivo, o llevas una contabilidad completa (yo hago esto último, porque quiero).
En cuanto al resto de los gastos, utilizamos la contabilidad para planificar con antelación al menos un año todos los costes e ingresos previstos, y eso nos muestra el flujo de caja disponible y dónde puede estar apretado. También muestra a qué se destina el dinero y dónde se puede recortar si es necesario (o se quiere). Una vez más, la recopilación de datos supone un cierto esfuerzo, pero merece la pena (para nosotros).