Un análisis detallado y minuciosamente investigado de por qué Gran Bretaña se industrializó primero y otros países sólo después puede encontrarse en la obra de Robert Allen La revolución industrial británica en perspectiva global . Las siguientes citas son de mi propio resumen de sus argumentos en una entrada del blog .
Si me hubieran pedido de antemano respuestas a estas preguntas, podría haber enumerado las siguientes características de la Gran Bretaña del siglo XVIII:
- Depósitos de carbón grandes y accesibles.
- El ingenio de sus inventores, aprovechando los conocimientos científicos de la ilustración.
- Un gobierno relativamente bueno para los estándares de la época.
- La reforma agraria (cercamiento) facilita una mayor producción de alimentos para apoyar el crecimiento de las ciudades.
Sin embargo, según Allen, los puntos 1 y 2 no eran exclusivos de Gran Bretaña, y los puntos 3 y 4 son dudosos. Su análisis se centra en los precios relativos. Y su principal conclusión es la siguiente: en la Gran Bretaña del siglo XVIII, una combinación de salarios relativamente altos y energía barata procedente del carbón hizo que fuera rentable sustituir la mano de obra por la energía de vapor, aunque las máquinas de vapor de la época fueran muy ineficientes. Allen presenta pruebas detalladas que demuestran que los salarios de los trabajadores en la Gran Bretaña del siglo XVIII eran mucho más altos que los de la mayor parte de Europa, India y China, y sólo comparables con los de los Países Bajos y partes de Norteamérica. Sólo Gran Bretaña había explotado significativamente el carbón en esa época, y el precio de la energía en las regiones carboníferas británicas era el más bajo del mundo.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Las razones son complejas y la explicación de Allen se remonta a varios siglos atrás. En su relato destacan: El éxito de Gran Bretaña en la exportación de telas de lana, apoyado por las mejoras en la cría de ovejas; sus ganancias económicas gracias al mercantilismo y al imperio; el crecimiento de Londres más allá del punto en el que sus necesidades energéticas podían satisfacerse a un coste de transporte razonable mediante la madera; el desarrollo (a través de lo que Allen denomina "invención colectiva" por parte de los constructores londinenses) de casas diseñadas para ser calentadas con carbón; y el consiguiente estímulo de la minería del carbón en los alrededores de Newcastle, desde donde Londres se abastecía por barco.
La potencia obtenida de las máquinas de vapor por tonelada de carbón se multiplicó por diez entre 1730 y 1850. La energía de vapor se hizo rentable con una relación salario/precio del carbón cada vez más baja, y hacia 1850 se adoptó rápidamente en otros países europeos y en Estados Unidos. Estos países no habían carecido de yacimientos de carbón, inventores o empresarios, pero la rentabilidad a sus precios determinó el momento de la adopción. Como, además, pudieron adoptar la tecnología más reciente y eficiente, no necesitaron desperdiciar recursos repitiendo la larga experimentación británica con las primeras máquinas de vapor.
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Una razón económica aún puede sostenerse debido a la suerte (o "providencia", como la llamarían entonces), y hay toneladas de literatura sobre el tema; ¿has probado Google?
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Esta es una de las grandes cuestiones abiertas de la historia económica y, de hecho, de la economía. Sigue siendo objeto de debate y no creo que exista un consenso firme sobre la respuesta.