En primer lugar, hasta cierto punto habrá vaguedad hagas lo que hagas. Yo doy al cliente el beneficio de la duda en cuestiones de vaguedad. También hay veces en las que surgen sorpresas por su parte y a menudo (aunque no siempre) concedo el beneficio de la duda si el trabajo es razonable.
Por ejemplo, un cliente me pagó por redactar un sistema de activos fijos sobre una oferta fija. Acordamos que la base serían los días reales, alineados por año. Pero cuando lo hicimos, les dio unas cifras que no esperaban porque, en contra de lo que entendían, su sistema actual se depreciaba sobre una base de 30/360 (meses iguales). Reescribí los cálculos para que coincidieran con su sistema actual de forma gratuita, aunque habría estado justificado cobrarles un extra por ello. El cliente siempre había sido muy puntual en el pago y, por lo demás, era un placer trabajar con él, así que no le di mucha importancia en este caso.
Sin embargo, cuando un cliente cambia las especificaciones a mitad de camino, lo que hay que hacer es escribirle una carta amable en la que se le indique que se trata de un cambio significativo en el acuerdo y que se le contestará en un día más o menos con un precio ajustado. A continuación, envíale una oferta por el trabajo adicional.
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Me cuesta ver cómo se puede responder definitivamente a esta pregunta. Parece que invita al debate, aunque también me interesa ver algo de ese debate, así que no veo adecuado hacer otra cosa que este comentario por el momento.