Esta es una pregunta muy amplia y nadie, excepto los encuestados en cuestión, sabe exactamente lo que creen y por qué.
Sin embargo, sospecho que un resultado importante en este contexto es el Segundo Teorema del Bienestar.
En un lenguaje sencillo y sujeto a algunas suposiciones:
El Primer Teorema del Bienestar nos dice que cualquier equilibrio competitivo conduce a una asignación de recursos eficiente de Pareto.
El Segundo Teorema del Bienestar nos dice que casi cualquier equilibrio óptimo de Pareto puede alcanzarse a través del mecanismo competitivo, siempre que se impongan impuestos y transferencias a tanto alzado a individuos y empresas.
La idea principal es que los mercados conducen a la eficiencia. Por lo tanto, no es necesaria la intervención del gobierno. Sin embargo, una situación en la que alguien tiene todos los bienes y el resto de la población no tiene ninguno, es también una distribución eficiente de Pareto. Esta distribución difícilmente puede considerarse perfecta según cualquier definición de bienestar. El segundo teorema nos ayuda aquí.
Las dos cuestiones principales que preocupan a los economistas en este contexto son la eficiencia y la distribución. La primera consiste en no malgastar los recursos y maximizar el pastel económico total. La segunda cuestión se refiere a la distribución de ese pastel. El primer teorema nos dice que un mercado libre logra una asignación eficiente. El segundo nos dice que podemos lograr cualquier distribución que queramos mediante transferencias sin perjudicar la eficiencia.
Es poco probable que la única asignación eficiente que resulta de un mercado libre (de entre las infinitas posibilidades) sea también óptima desde el punto de vista de la distribución (y la distribución óptima dependerá de las preferencias de una sociedad). Por suerte, según el segundo teorema, podemos utilizar las transferencias para lograr tanto la eficiencia como la distribución óptimas. Por lo tanto, no es de extrañar que muchos economistas estén a favor de ello.
Las controversias comienzan con la discusión sobre cómo diseñar exactamente esas transferencias. Cualquier economista estaría de acuerdo en que los impuestos a tanto alzado y la distribución son óptimos. Sin embargo, estos impuestos se consideran imposibles desde el punto de vista político, lo que significa que a menudo tenemos que recurrir a mecanismos de transferencia que compensan la eficiencia y la distribución.
Sobre su pregunta "¿hay pruebas sustanciales que demuestren que la política de redistribución gubernamental mejora el bienestar absoluto de los pobres?": La respuesta debe ser afirmativa por definición. Si damos a los pobres más recursos se puede suponer que su bienestar económico mejora.