Supongamos que el cónyuge1 y el cónyuge2, de 55 años, y los hijos de 17 y 19 años. Ambos cónyuges contrataron un seguro de vida a plazo de 20 años hace 19 años. El seguro ya no es necesario para mantener a uno de los cónyuges o a los hijos en caso de fallecimiento de uno de ellos.
Ha llegado la factura del vigésimo año. La cuestión es pagarla o no. Se parece a la pregunta de un billete de lotería: se paga una pequeña cantidad, normalmente no se gana nada, y muy ocasionalmente se gana a lo grande. En este caso concreto, la prima es $175 and the payout is $ 250,000. $175/$ 250,000 = 0.07%. Por tanto, si la probabilidad de que un cónyuge fallezca en el próximo año es superior al 0,07%, probablemente tenga sentido pagar la prima por ese cónyuge. Se puede utilizar datos de los CDC para estimar la probabilidad de muerte y, por tanto, hacer algún tipo de elección razonada sobre el pago de la prima del último año.
Suelen ser los momentos en los que mi lógica me parece hermética los que me hacen equivocarme. ¿Es correcto mi análisis?