El apalancamiento aumenta los beneficios, pero también los riesgos, es decir, cuanto menos se pueda pagar, mayor será la oportunidad de obtener beneficios, pero también mayor será la posibilidad de estar bajo el agua.
El apalancamiento viene dado por el valor de tu activo (la casa) sobre el capital que pones. Así, por ejemplo, si la casa vale 100.000 y usted da 20.000 de entrada, el apalancamiento es de 5 (otra forma de verlo es ver que el apalancamiento es la inversa del margen -o porcentaje de entrada-, así que 1/0,20 = 5).
El rendimiento de su inversión se verá magnificado por la cantidad de su apalancamiento. Supongamos que el valor de tu casa sube un 10%. Si hubieras pagado tu casa en su totalidad, tu rendimiento sería del 10%, es decir, 10k/100k. Sin embargo, si hubieras pedido un préstamo de 80 dólares y tu apalancamiento fuera de 5, como en el caso anterior, un aumento del 10% en el valor de tu casa significa que obtuviste un beneficio de 10k sobre una inversión de 20k, una rentabilidad del 50%, o 10k/20k*100. Como ya he dicho, tu beneficio se ha visto magnificado por el importe de tu apalancamiento, es decir, un 10% de beneficio sobre el activo por tu apalancamiento de 5 = 50%. Esto se debe a que todo el beneficio de la revalorización del precio de la vivienda es para ti, ya que el valor de tu deuda no depende del valor de la vivienda. Lo que has pedido prestado al banco sigue siendo lo mismo, independientemente de que el precio de la casa haya cambiado.
El problema es que el mecanismo de amplificación también funciona a la inversa. Si el precio de la casa cae un 10%, significa que ahora sólo tienes 10 mil de capital. Si el precio cae lo suficiente, tu patrimonio queda aniquilado y estás bajo el agua, lo que te incentiva a no pagar el préstamo.
En resumen, los préstamos suelen ser un buen negocio: si sale cara, el banco pierde (o, como ocurrió en Estados Unidos, el contribuyente).