El precio al que se compró una acción es un coste hundido --es decir, no se puede retroceder en el tiempo y revertir la decisión que se tomó de comprar esas acciones. Otro ejemplo de coste hundido sería la compra de una entrada de cine no reembolsable e intransferible. Los costes irrecuperables tienden a crear un sesgo cognitivo en el que sentimos que la cantidad que pagamos en algún momento del pasado debería tener algún tipo de relación con la decisión que tomamos ahora: el comprador de la entrada siente que debe ir a ver la película aunque ya no quiera hacerlo, para que la entrada no se "desperdicie"... el inversor se aferra desesperadamente a una acción maltrecha por esa pequeña posibilidad de que algún día vuelva a su antigua gloria. Esto se conoce como la "falacia del coste hundido" y los economistas lo consideran un comportamiento irracional.
Teniendo esto en cuenta, sus esperanzas y sueños para la acción en el momento en que la compró no deberían influir en la decisión que tome ahora. Del mismo modo, el hecho de que la acción haya subido o bajado de precio desde la fecha de compra no debería influir. En cambio, debe considerar lo que espera que haga la acción desde este mismo momento en el futuro, es decir, debe actuar al margen.
Usted ha indicado que se enfrenta a dos opciones: vender las acciones ahora, incurrir en la pérdida, pero beneficiarse de la desgravación fiscal (opción A). Este beneficio es bastante fácil de cuantificar: es su tipo impositivo marginal multiplicado por el inverso aditivo de la pérdida (suponiendo que tiene/tendrá otras ganancias que compensar). Supongamos que ha incurrido en un $1000 loss, at a marginal tax rate of 20%, which means your tax benefit for the loss is $ 200.
La segunda opción, mantener las acciones con la esperanza de que suban de precio (opción B), es un poco más difícil de cuantificar. Debe asumir que hoy es el día cero, y que cada centavo en el precio de las acciones que sube es una ganancia para usted, y cada centavo en el precio de las acciones que pierde es una pérdida para usted. Si cree que las acciones subirán a un precio que le reportará más que el beneficio fiscal de la opción A, entonces mantener las acciones es más favorable que venderlas con pérdidas hoy. Por el contrario, si cree que estas acciones caerán aún más en el futuro, o no subirán lo suficiente como para obtener 200 dólares (según el ejemplo), entonces es preferible la opción A.
Por supuesto, hay algunas complicaciones adicionales que influyen en su decisión. Al vender las acciones hoy, no sólo obtiene un beneficio fiscal por la pérdida, sino que también ha liberado los fondos utilizados previamente para comprar esas acciones para invertirlos en otro lugar (con suerte, en un activo de mejor rendimiento). Si opta por mantener sus acciones actuales, las ganancias que podría haber obtenido en otro lugar deben considerarse como un coste de oportunidad asociado a la opción B. Por último, el beneficio fiscal está esencialmente garantizado (en nuestro ejemplo, un rendimiento de 200 dólares sin riesgo), mientras que mantener las acciones en la opción B sigue entrañando cierto riesgo.