Cuando se utiliza una tarjeta de débito hay dos límites que se pueden imponer al uso: el saldo actual y el límite máximo diario.
Si la entidad bancaria limita su uso diario, eso puede significar que un día concreto no pueda hacer una compra importante, aunque tenga dinero en el banco.
Por otra parte, siempre que se disponga de fondos en la cuenta vinculada a la tarjeta de débito se puede realizar la transacción. El problema es que en cuanto se envía la transacción al banco ocurre una de estas dos cosas: el dinero se deduce inmediatamente de la cuenta; o se aplica una retención igual al importe de la transacción. La retención se utiliza generalmente cuando la transacción se realiza en dos partes: el preescaneado en un restaurante, o la gasolinera. La retención reduce el importe de los fondos disponibles en la cuenta.
Una retención o una deducción inmediata limita el tamaño de las futuras transacciones. Para poder realizar transacciones de mayor envergadura es necesario transferir más dinero a la cuenta. No hay ninguna transacción con tarjeta de débito que pueda hacer para permitir artificialmente una transacción mayor, a menos que el banco no ponga una retención o haga una deducción inmediata.
Como la tarjeta de débito está vinculada a una cuenta bancaria, algunas cuentas tienen protección contra sobregiros. Esta protección se presenta de dos formas: o bien te transfieren el dinero de otra cuenta, o bien te hacen un préstamo. Cualquiera de las dos formas puede conllevar costes.