Creo que una respuesta parcial podría ser la siguiente.
La prima media del valor de las monedas sobre el valor del metal que las contenía era en realidad relativamente alta. La razón para fundir las monedas era la variación de esta prima.
En la época de la emisión, la prima era fijada por la ceca (era una suma de los costes de acuñación y el impuesto implícito sobre la moneda fijado por el gobernante).
Mientras las monedas estaban en circulación, la cantidad de metal que contenían disminuía gradualmente debido al desgaste y al raspado (ilegal) del metal. Esto redujo el valor del metal de las monedas, por lo que la prima aumentó aún más. (A no ser que las monedas se aceptaran por su peso y no por su valor nominal, como solía ocurrir en el comercio mayorista; en ese caso, la prima no cambiaba).
De vez en cuando, la ceca tenía que sustituir las monedas viejas por otras nuevas (de lo contrario, la gente dejaría de aceptar las monedas debido al gran desgaste). Para evitar las pérdidas derivadas de este cambio, la ceca reducía la cantidad de metal de las nuevas monedas para igualar la media cantidad de metal en las monedas antiguas (desgastadas).
Sin embargo, el desgaste no fue uniforme. Cuando llegaba el momento del cambio, quien podía hacerse con monedas relativamente poco gastadas, podía encontrar rentable fundirlas en lugar de cambiarlas por otras nuevas.
Ejemplo. Supongamos que se acuña una moneda con 5 g de plata. Al cabo de 30 años, la ceca quiere emitir nuevas monedas. Quizá para entonces media El contenido de plata de las monedas bajó a 4,5 g, por lo que las nuevas monedas se acuñarían con 4,5 g de plata. Supongamos que la fábrica de moneda cobrara al público 0,2 g por convertir los lingotes en monedas. Si alguien tuviera monedas bien conservadas con 4,8 g de plata, las fundiría y compraría nuevas monedas a la ceca (ganando 4,8 - 0,2 - 4,5 = 0,1 g de plata por moneda).
Fuentes:
Jim Bolton, El dinero en la economía medieval inglesa: 973-1489 .
John Munro, The Technology and Economics of Coinage Debasements in Medieval and Early Modern Europe: with special reference to los Países Bajos e Inglaterra, p. 18 .