La Reserva Federal trata de mantener la oferta monetaria a un ritmo ligeramente superior al aumento de la producción total de la economía. Si este año producimos, digamos, un 3% más de bienes y servicios que el año pasado, entonces intentan que la oferta monetaria crezca quizá un 4% o un 5%. De este modo, debería haber una pequeña tasa de inflación. Tratan de evitar, por un lado, las altas tasas de inflación y, por otro, la deflación.
Cuando el tipo de interés de las letras del Tesoro es bajo, los bancos piden más dinero prestado. Como la Reserva Federal crea este dinero de la nada cuando los bancos compran un T-bill, esto añade dinero a la economía. Cuando el tipo de interés de los T-bills es alto, los bancos pedirán poco o nada prestado. Como estarán devolviendo los T-bills más antiguos, esto dará lugar a un menor crecimiento de la oferta monetaria o incluso a una contracción. Así que los federales cambian el tipo de interés cuando ven que el crecimiento económico se acelera o se desacelera, o que la tasa de inflación es demasiado alta o demasiado baja.