Lo que usted dice no parece una cuestión de economía del comportamiento. La economía conductual se ocuparía más de por qué una persona no explotaría un sistema de bienestar mal construido. Lo que preguntas está quizá más relacionado con el fallo del mercado y cómo la no exclusión y la no rivalidad llevan a una persona racional a aprovecharse de ese sistema de bienestar. Yo digo que el sistema tiene que estar mal diseñado, porque de lo contrario el efecto deseado de ayudar a los niños se vería naturalmente beneficiado si tener más hijos diera lugar a un mayor bienestar, lo que a la larga ayudaría a los padres a cuidar de esos niños adicionales. El ejemplo que has utilizado es el resultado de que la gente reclame a personas dependientes que no tienen ("hijos de otras personas") y la asistencia social se dé a personas que no tienen derecho a ella. Esto se resuelve modificando uno o varios aspectos del fallo de mercado del bien público, como la rivalidad: tener múltiples agencias del gobierno que proporcionen esta asistencia social y recortar la que haga un peor trabajo, lo que lleva a un mayor incentivo para que las agencias recopilen datos precisos; o la no excluibilidad: exigir medidas más estrictas para recibir dicha asistencia social, como certificados de nacimiento de los niños, boletines de notas escolares, etc.
Es interesante, ya que vemos que una posible vía para enmendar este fallo del mercado, tal vez subvencionando los costes escolares en lugar de una ayuda social a tanto alzado para los padres, ya está siendo abordada por nuestro actual sistema escolar, aunque de una manera pobre (proporcionando educación a una parte considerable de los futuros ingresos de los estudiantes en términos de préstamos escolares y los pagos de intereses resultantes).
En opinión de los economistas, un mecanismo débil siempre será explotado, ya que los explotadores son homo economicus, un ser perfectamente racional y maximizador de la utilidad.