La respuesta a su pregunta implica los distintos subcampos de _Economía regional_ como la teoría de la competencia espacial (Hotelling, 1929), la geografía económica, la Economía (Alonso, 1964), Nueva Geografía Económica (Krugman, 1991), preferiblemente de forma integrada.
De hecho, cada uno de estos subcampos está relacionado con consideraciones que se complementan entre sí. Como afirma Thisse (2010), la integración del espacio en los análisis económicos está relacionada con (i) el uso de un marco de equibrio general computable (CGE) para endogeneizar la formación de ingresos y precios relativos, (ii) el realismo del espacio geográfico modelado, la necesidad de ser multidimensional, asimétrico y con base empírica y (iii) el número de escalas espaciales abarcadas. De lo contrario, es difícil averiguar cómo las fuerzas espaciales conforman la llamada economía espacial (Isard, 1949) y, a fortiori, qué política o qué cambio institucional puede influir en ellas si se considera que van en una dirección no deseada.
Yo reformularía su pregunta como
Qué hacer para modelar una ciudad, a priori dentro de un sistema de ciudades en interacción.
Incorporación de la teoría del GEC
La arquitectura de modelización que hay que desarrollar para espacializar una GE está implícitamente especificada por Thisse (2010), quien, en lugar de vincular suavemente las descripciones compactas de la economía y los formalismos espaciales, insiste en la necesidad de su plena imbricación. Este movimiento intelectual es el mismo que el movimiento hacia el enfoque de modelos híbridos para acoplar los modelos de GE y los modelos energéticos basados en la ingeniería (Hourcade et al., 2006). En el caso de la economía espacial, esta hibridación pasa por el uso de la Nueva Geografía Económica (NEG), que implica intrínsecamente la teoría GE. De hecho, las preocupaciones de la GE son las que hacen que la Geografía Económica sea nueva (Krugman, 1998).
Implicar el realismo geográfico
A la escala (implícitamente) implicada en la Economía Urbana (UE), es decir, la escala urbana, se puede leer Anas y Xu (1999), Nitzsche y Tscharaktschiew (2013), Choi et al. (2015), Anas y Liu (2007). Si colapsamos la estructura interna de un área metropolitana en un solo punto, convencionalmente saltamos al campo y la escala de análisis de la Nueva Geografía Económica (NGE). Dado que en sus inicios la trazabilidad analítica de los procesos espaciales que rigen las interacciones de las áreas era un objetivo clave, una característica notable de la NEG es su falta de realismo con con respecto a la distribución geográfica de las áreas, por ejemplo, distribuidas en un mundo monodimensional como en la economía del hipódromo de Krugman (1993) o en una parte del mismo como en la economía de la línea de Fujita et al. (1999b), así como en un mundo bidimensional como en la economía equidistante (EE) de Puga (1999). Desde entonces, se ha considerado que añadir más componentes de espacios reales a la NEG es el principal paso para el desarrollo futuro (Behrens y Thisse, 2007; Fujita y Krugman, 2003). También puede leer Behrens et al. (2007), Bosker et al. (2007), Stelder (2005), Brakman et al. (2006), Sheng et al. (2016), Mercenier et al. (2016).
Implicación de múltiples escalas espaciales
Tanto los modelos relacionados con la UE como los relacionados con la NEG se basan en señales exógenas procedentes de escalas geográficas superiores, ya sean nacionales, regionales o mundiales. Pero es más difícil encontrar enfoques de modelización en los que estos vínculos estén explícitamente implicados. En Waisman et al. (2013), Allio (2015, 2016) y Faucheux (2018) se han hecho intentos de colmar esta laguna.
Waisman, Allio y Faucheux integran (i), (ii) y (iii) en sus ejercicios de modelización.
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¿Le interesa cómo funciona la economía real o cómo se analiza dicha economía a través de modelos? La sociología o la antropología o la historiografía de los pueblos como relaciones económicas difiere de la formación de modelos de economía-par-economía. Lo pregunto porque su título y su cuerpo están en conflicto aquí.
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Creo que el título puede haber sido editado. Me interesan sobre todo los estudios empíricos sobre cuántos puestos de trabajo "internos" serían soportados por un solo "puesto de trabajo de alta remuneración" y también la terminología utilizada para describir esto, porque lo que estoy llamando interno o de alta remuneración probablemente no son los términos correctos.