Es importante distinguir entre la causa y el efecto, así como entre la oferta (ahorro) y la demanda (préstamo) de dinero para entender la relación entre los tipos de interés, el rendimiento de los bonos y la inflación.
Lo que se entiende por "tipos de interés" suele basarse en los tipos publicados oficialmente y determinados por el banco central, y se refiere al tipo de préstamo a un día para cumplir con los requisitos de reserva. En la práctica, lo que significa es que (por ejemplo) en los Estados Unidos la Reserva Federal celebrará reuniones periódicas para determinar si deja este tipo o si lo sube o lo baja. El nuevo tipo se determina generalmente en función de su evaluación de las condiciones económicas nacionales y mundiales actuales y de las previsiones, así como de los votos de los distintos presidentes regionales de la Reserva Federal. Si la Fed prevé una debilidad económica, tenderá a bajar y mantener los tipos más bajos, mientras que cuando la economía parece estar sobrecalentada, la tendencia será a subir los tipos.
Los rendimientos de los bonos también se basan en la expectativa de las condiciones económicas futuras, pero determinadas por los participantes en el mercado. En ocasiones, el mercado "guiará" a la Reserva Federal en la subida o bajada de los precios de los bonos, mientras que en otras ocasiones reaccionará después de que lo haga la Reserva Federal. Sin embargo, ignorando el desfase temporal variable, los dos suelen seguirse mutuamente porque en realidad son la misma cosa. La única diferencia estriba en los participantes que determinan colectivamente los tipos/rendimientos.
La relación inversa entre los tipos de interés y la inflación es la razón principal de la fluctuación de los tipos en primer lugar. La Fed tenderá a subir los tipos para intentar frenar la inflación, y los bajará cuando considere que la inflación es demasiado baja y deba estimularse el crecimiento económico. Del mismo modo, cuando la economía va mal hay poca presión inflacionista (lo que hace que los tipos de interés bajen tanto en términos de lo que los ahorradores pueden aceptar para mantenerse por delante de la inflación como en) y niveles de endeudamiento deprimidos (menor demanda de dinero, lo que hace que los tipos bajen para intentar equilibrar la oferta y la demanda), y lo contrario ocurre cuando la economía está en auge.
Los rendimientos de los bonos están, por tanto, positivamente correlacionados con la inflación, porque durante los periodos de alta inflación los ahorradores no querrán invertir en bonos que no les proporcionen un rendimiento aceptable ajustado a la inflación. Pero los tipos de interés elevados tienden a tener el efecto de frenar la inflación, ya que resulta más costosa para los prestatarios y, por tanto, frena la nueva actividad económica.
Así que para resumir,
- los altos tipos de interés están positivamente correlacionados con los altos rendimientos de los bonos porque ambos son básicamente lo mismo (uno determinado por los bancos centrales, el otro por el mercado)
- los tipos de interés tienen una correlación negativa con la inflación porque los tipos más altos reducen la demanda de dinero (préstamos) y los tipos más bajos aumentan la demanda de dinero, lo que a su vez (ceteris parabus) provoca una disminución o un aumento de la inflación.
- La inflación y los rendimientos están positivamente correlacionados porque cuando la inflación sube o baja, los rendimientos tienden a subir o bajar para mantener el equilibrio de la oferta de ahorro para que se ajuste a la demanda.