Me pregunta por las ventajas de hacer una aportación no deducible (es decir, después de impuestos) a una cuenta IRA tradicional. Hay dos aspectos.
En primer lugar, como se menciona en la respuesta de HartCO, una ventaja es que se puede utilizar como paso intermedio en una "aportación Roth IRA por la puerta de atrás", es decir, hacer una aportación no deducible a IRA tradicional, y luego convertirla inmediatamente toda a Roth IRA. De este modo se elude el límite de ingresos para realizar una aportación directa a una cuenta Roth IRA, ya que ambos pasos (aportación no deducible a una cuenta IRA tradicional y conversión a una cuenta Roth IRA) no tienen límites de ingresos. Suponiendo que no tenga fondos antes de impuestos en ninguna cuenta IRA tradicional/SIMPLE/SEP (y que no reinvertirá ningún dinero en fondos antes de impuestos durante el resto del año), esta conversión consistirá en todos los fondos después de impuestos, y no habrá impuestos sobre la conversión. El resultado final será básicamente el mismo que el de una aportación regular a una cuenta Roth IRA.
Si, por el contrario, deja el dinero después de impuestos en la cuenta IRA tradicional a largo plazo, cualquier ganancia se considerará antes de impuestos (es decir, el importe después de impuestos, la "base", no cambia a medida que varía el valor de la cuenta IRA). Cuando la retire, tributará por la parte de las ganancias como renta regular. Una diferencia con respecto a una cuenta imponible normal es que las transacciones dentro de la cuenta IRA no tributan. Así, mientras que si compra y vende acciones todo el tiempo en una cuenta sujeta a impuestos, tributará por cada venta, y si tiene activos que devengan intereses, tributará por los intereses cada año, si compra y vende u obtiene dividendos o intereses en la cuenta IRA, no tributará por ello. Simplemente pasa a engrosar el valor de la cuenta y se tributa por todas las ganancias cuando se retira. Así que, en cierto sentido, es como un activo que se compra y se mantiene hasta la jubilación, y que se grava cuando se vende al final, salvo que, si se quiere mantener un activo hasta la jubilación, es mejor una cuenta sujeta a impuestos, porque las ganancias se gravan como plusvalías a largo plazo y no como ingresos ordinarios.