Lo peor que puedes hacer como autónomo es ponerte un precio por hora. Hacerlo te obliga a desglosar innumerables elementos en las facturas y requiere que hagas un seguimiento del tiempo empleado en llamadas telefónicas de 5 minutos y demás. El resultado inevitable es ser microgestionado hasta el olvido por clientes quisquillosos, clientes que, por cierto, simplemente no quieres.
Los autónomos que tienen éxito piensan en términos de valor y fijan sus precios en consecuencia.
Cobran por día, por semana, por función, o incluso -cuando las cosas están bien dimensionadas y obviamente no se van a convertir en una madriguera de cambios y complementos y lo que sea- por proyecto. Cualquier cosa sirve, siempre que no sea por hora.
Identifique qué ventajas va a tener su cliente potencial al contratarle para hacer el trabajo. A continuación, averigüe cuánto está dispuesto a pagar su cliente potencial para obtener esta ventaja. Convénzale de que va a obtener esa ventaja. Y comience la negociación a partir de ahí, con el pleno entendimiento de que no está aquí para facturar por horas, sino para ofrecer esta ventaja, y esta ventaja es alcanzable con X días o semanas de esfuerzo.
Por lo que estás cobrando es por estar centrado en este cliente en particular. Y como autónomo, es un hecho para todos los (buenos) clientes que tienes gastos generales administrativos: tienes que preocuparte de tu cartera de pedidos, tienes que responder a las llamadas de emergencia y a los correos electrónicos de otros clientes, etc.
Una vez que esto marque, no importa si realmente está trabajando 6 horas diarias cuando se carga diariamente, o 4 días a la semana cuando se carga semanalmente. No importa porque no estás entregando tiempo; estás entregando valor .