Más concretamente, ¿hay alguna forma práctica de hacer funcionar un mercado libre de modo que los costes externos, es decir, los impactos sociales y medioambientales negativos, queden naturalmente (intrínsecamente) cubiertos (pagados o mitigados) por el propio mercado?
La historia sugiere que el capitalismo incentiva intrínsecamente los procesos de producción que externalizan la mayor parte posible de los costes de producción.
Esta tendencia económica a externalizar los costes no era un gran problema en un mundo de recursos aparentemente infinitos. Sin embargo, más recientemente, la globalización parece intensificar y a la vez ocultar la tendencia a la externalización, ya que las grandes empresas internacionales tratan de aumentar los beneficios y/o las ganancias de los accionistas a través de cualquier medio disponible, incluidos los medios poco éticos y/o ilegales que permanecen ocultos por el gran tamaño y la complejidad del mercado global.
[Los dos párrafos siguientes probablemente no son necesarios para la pregunta, y pueden ser incendiarios].
Pero el daño que están causando los costes externalizados también es global, y es evidente para todos nosotros. Los llamamos "problemas perversos". Nos estamos volviendo como las ratas de laboratorio que, en condiciones de grave hacinamiento, se vuelven locas y empiezan a comerse a sus crías. A pesar de su increíble eficiencia y su éxito histórico -creando un enorme aumento de la riqueza mundial-, el capitalismo de libre mercado en su forma actual es como un cáncer, que sacrifica al huésped en su búsqueda de un crecimiento ilimitado, tanto desde el punto de vista medioambiental (por ejemplo, el calentamiento global) como social (por ejemplo, la clase media se reduce mientras el sector financiero se expande).
Hay esperanza, y aún hay tiempo. Tal vez lo único que se necesita es un ajuste de nuestro sistema económico. A nivel local, los costes externalizados pueden identificarse, controlarse y mitigarse mediante la regulación gubernamental. Pero a nivel nacional, los mecanismos de regulación son caros e ineficientes, y los reguladores siempre estarán jugando a ponerse al día con el ingenio de las empresas. El reto de la regulación es aún mayor a nivel mundial.
Sería mucho más eficiente y sostenible si la tendencia a externalizar los costes se gestionara mediante mecanismos de mercado que, idealmente, fueran incorporado en el sistema económico, en lugar de imponerse desde el exterior.