Supongamos que los bonos tienen un valor nominal de 1.000 dólares. Si se produce la conversión, un bono se convertiría en 500 acciones. El precio en el mercado no es importante.
Independientemente del precio de la acción en el mercado, los ingresos por acción aumentarían por la ausencia de 70 dólares en gastos de intereses. Se reduciría por la pérdida de la deducción fiscal. Se diluiría aún más por el aumento de 500 acciones. Asimismo, se extinguiría la deuda y aumentaría el apartado de fondos propios. El aumento o la disminución por acción dependería del importe medio pagado por acción en la estructura actual, ajustado por los cambios en los beneficios retenidos desde la oferta inicial y por las acciones propias.
Habría una pérdida de valor, en general, si cotiza lejos de los 2 dólares, porque se valoraría en base al precio de mercado. Si el bono no se convirtiera, se negociaría en el mercado como un bono puro si el precio de las acciones está muy por debajo del precio de ejercicio y como un bono puro ordinario más una prima si está lo suficientemente cerca del precio de ejercicio de una manera que depende del tiempo que queda bajo el privilegio de conversión.
No se me ocurre un caso general en el que alguien quiera convertir por debajo de la huelga y, de hecho, salvo una situación fiscal, hereditaria o legal muy extraña (como un divorcio extraño), no se me ocurre un caso en el que tenga sentido. Tampoco suele tener sentido convertir lejos del vencimiento, ya que la prima de la opción sólo se desvanece muy por encima de los 2 dólares. El principal caso de conversión sería cuando el dividendo después de impuestos es mayor que el pago de intereses después de impuestos.